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¿Qué es un edema óseo?

El edema óseo es una condición asociada a una inflamación del interior del hueso
(trabecular o esponjoso). Está causado por la falta de una correcta irrigación de la zona, lo que puede causar dolor e incapacidad funcional.
En ocasiones, si esta patología no se resuelve y se prolonga en el tiempo, puede provocar una osteonecrosis (muerte del tejido óseo).

Los huesos más propensos a sufrir edema óseo son: fémur, tibia, astrágalo, calcáneo,  húmero y radio.

Las causas del edema óseo pueden estar relacionadas con:

  • Microtraumatismos repetidos
  • Trastornos circulatorios
  • Fracturas
  • Infecciones
  • Contusiones
  • Excesiva carga física
  • Lesiones del cartilago
  • Enfermedades inflamatorias

A continuación, se describen los principales eventos que ocurren cuando existe un edema óseo:

1. Aumento de la presión dentro del hueso: La lesión o inflamación conduce a un aumento de la presión dentro del hueso, lo que dificulta el drenaje normal de los fluidos presentes en el interior.

2. Vasodilatación: En respuesta a la inflamación, los vasos sanguíneos en el área afectada se dilatan, lo que aumenta el flujo de sangre y la permeabilidad vascular.

3. Acumulación de líquido: Como resultado de la mayor permeabilidad capilar, el líquido extravasado, compuesto principalmente de plasma sanguíneo y proteínas, se acumula en el espacio intersticial del hueso.

4. Disminución del flujo sanguíneo: La ‘’hinchazón’’ dentro del hueso provoca una compresión de los vasos sanguíneos, disminuyendo el flujo de sangre en el hueso afectado, lo que dificulta la entrega de oxígeno y nutrientes, y la eliminación de productos de desecho.

En mi opinión, una patología posiblemente infradiagnosticada en clínica, ya que los síntomas pueden confundirse

con el daño de otras estructuras, y la prueba por excelencia para el diagnóstico diferencial es la resonancia magnética. Es fundamental realizar un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno para evitar complicaciones a largo plazo.

El tratamiento puede variar dependiendo de la causa que haya provocado el edema óseo, en general, las medidas a tomar son:

-El reposo relativo, disminuyendo ciertas actividades que generen tracción sobre el hueso, y el reposo absoluto en actividades que impliquen impacto.

-La fisioterapia es beneficiosa, ya que podemos ofrecer información clara y concisa de cuál será el proceso y la evolución de la patología, a si como la pauta de ejercicio específico e individualizado para no perder funcionalidad, ni capacidades, en los grupos musculares cercanos al foco lesional.

-Existe cierto debate sobre la utilización de la magnetoterapia, no encontrando un consenso claro entre estudios científicos. Se necesita más investigación sobre la dosis y duración de este tratamiento, así como la atribución de ciertos efectos a esta terapia (Vasodilatación, aumento de la presión parcial de oxígeno en los tejidos, efecto sobre el metabolismo del calcio y sobre el colágeno, entre otros).

-También en ocasiones podremos recurrir a medicamentos antiinflamatorios y en casos más graves, en los que la lesión no se resuelva, se valorará la cirugía.

La absorción total de un edema óseo suele variar entre las 4-12 semanas, dependiendo de su naturaleza y el diagnóstico precoz, pero es importantes saber que la recuperación se puede alarga hasta los 9-12 meses,  por ello, es necesario valorar  la correlación clínica (sintomatología del paciente) y las pruebas de imagen (resonancia.

 

 

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